Por Patricia Jaraquides
Twitter: @pjaraquides
Colaboradora de Aula de los recursos
¿Cuántos alumnos hemos visto a lo largo de nuestra vida que, por más que estudien, acaban suspendiendo? Esos alumnos que se esfuerzan y que, al mismo tiempo, están garabateando el cuaderno mirando por la ventana. O apuntando ideas para una novela o una canción. Estos alumnos, normalmente, terminan fracasando en los estudios por falta de motivación. No logran aprobar los exámenes porque su mente está muy alejada del aula. Les cuesta mucho estudiar y concentrarse. Sin embargo, estos estudiantes son unos visionarios: van por delante del resto.
Albert Einstein es un claro ejemplo de dichos alumnos. No aprendió a hablar hasta los cuatro años, tenía grandes dificultades para el aprendizaje y en el colegio sus profesores lo calificaron como un niño lento y muy soñador. “Este chico no llegará a ningún sitio”, afirmó uno de sus profesores. Y este pequeño soñador fue, y sigue siendo, el mayor científico del siglo XX.
De Walt Disney se atrevieron a decir que le faltaba imaginación y que tenía malas ideas. En el colegio, al creador de Mickey Mouse le costaba concentrarse y hasta se quedaba dormido en numerosas ocasiones. Era propenso a soñar despierto y a dibujar garabatos.
Thomas Edison, el inventor de la bombilla eléctrica, fue otro niño al que le costaba aprender. De hecho, no servía para memorizar. Siempre tenía hojas sueltas donde apuntaba miles de ideas y apuntes sobre sus inventos. Las perdía una y otra vez. Su mente –al igual que su habitación- era un caos. Incluso se hacía un lío contando la vuelta del dinero. Una anécdota muy interesante sobre ésto fue un día en el que Edison subió al autobús, le pagó al conductor y, el hombre, al devolverle las monedas, se quedó asombrado de la lentitud y el temblor de sus dedos, ya que el famoso inventor se ponía nervioso con los números. Otra curiosidad es que se quedaba horas y horas encerrado en el baño. Su mujer lo llamaba una y otra vez, pero fue en vano. “No me molestes, porque jugando con las pompas de jabón he descubierto la teoría de la relatividad (de Einstein). Jugando con las pompas he llegado a comprender que el universo se está expandiendo como una pompa de jabón, y un día reventará ¡como una pompa de jabón!”, dijo el inventor.
La autora de Harry Potter, J.K. Rowling, se quedaba absorta en sus pensamientos. En clase siempre estaba escribiendo ideas y haciendo dibujos en sus cuadernos. Incluso en la Universidad, un profesor le llamó la atención por estar siempre soñando despierta: “¿Sabe cuál es su problema, señorita Rowling? Tiene capacidad de sobra para los estudios, lo que ocurre es que no quiere atender y por eso suspende”. Gracias a su imaginación, J.K. Rowling es hoy en día la escritora más leída en todo el mundo, haciendo que millones de niños y niñas se aficionen a la lectura.
Miguel de Unamuno, escritor y filósofo español, llegó a suspender varias veces la asignatura de literatura. ¿Por qué ha ocurrido ésto? ¿Qué es lo que tienen en su cabeza tales alumnos? ¿Por qué estos profesores los calificaron como “alumnos que no iban a llegar a ningún sitio”? ¿Por qué no supieron ver su gran talento? Yo sólo veo una respuesta: no supieron ver la capacidad de sus alumnos porque ya sabían que eran estudiantes visionarios y altamente creativos, por lo que decidieron bajarles la autoestima para tratar de desanimarlos y que fueran como los demás: personas repetidoras de esquemas, personas sin ideas propias, personas-robots.
Si algún docente ve a esta clase de pequeños y jóvenes en sus aulas, por favor, ayudadlos a potenciar su capacidad creativa, potenciadle esas ganas de seguir soñando… No les desalentéis cuando esté pensando en las musarañas porque podría estar creando algo muy grande… Los genios trabajan en silencio.
Patricia Jaraquides